Junto con el agua, el abonado es el principal alimento de
nuestras plantas. Es por ello, un elemento que no hay que descuidar del
apartado de cuidados del huerto urbano.
Principalmente, existen dos tipos de abonos, el químico y el
orgánico. Dado que estamos hablando de plantas que en algún momento vamos a
ingerir, es mucho más recomendable emplear el orgánico, así que solo hablaré
sobre este tipo de abono. Por otro lado, dentro de los abonos orgánicos, cabe
diferenciar entre los de origen animal (estiércol) y los de origen vegetal
(compostaje).
Las plantas de nuestro huerto necesitan principalmente tres
elementos químicos para crecer sanas y fuertes y estos elementos los
aportaremos con el abonado. Concretamente, me refiero al fósforo, el nitrógeno
y el potasio. Las plantas de hoja (lechugas, acelgas, espinacas…) requieren un
abono rico en nitrógeno; las plantas que dan frutos y flores (fresas, tomates,
pimientos…) uno rico en fósforo; y por último, las plantas de raíz (zanahoria,
rábano, cebolla…) necesitan un abono rico en potasio.
Si vuestro huerto está compuesto principalmente por macetas
o bien solo cultiváis un tipo de plantas, os será útil comprar un abono
específico. Por ejemplo, si tenéis una mesa de cultivo o un terreno en el que
tan solo cultiváis escarolas, lechugas, acelgas… el abono de sangre seca será
vuestro gran aliado, ya que es rico en nitrógeno. En mi caso, cultivo plantas
de distinto tipo en una misma mesa de cultivo, así que si usase un abono muy
específico no estaría cubriendo las necesidades de todas mis plantas. Si este
es también vuestro caso, os recomiendo que uséis un abono rico en las tres
sustancias que requiere vuestro huerto. Particularmente, yo estoy usando el
abono líquido de guano de la marca Compo, cuya formulación es 4% de nitrógeno,
5% de potasio y 6% de fósforo. Como veis, es bastante completito y los 3
elementos químicos están compensados. Usando este tipo de abono, a vuestras
plantas no les faltarán nutrientes y crecerán vigorosas. Generalmente, los
abonos líquidos hay que diluirlos en agua y aplicarlos cada 15 días. Aunque
cada fabricante tiene sus indicaciones particulares.
Tal y como vengo contando, el abonado es necesario para
garantizar la fertilidad de un cultivo. Si lleváis una vida ajetreada o soléis
olvidaros de abonar cada 15 días, una buena opción para vosotros puede ser el
uso de fertilizantes de liberación lenta. Se trata de unas barritas o bolitas
que hay que enterrar cerca de la raíz de la planta y que durante un tiempo
determinado (una vez más, eso depende del fabricante) irán liberando poco a
poco los nutrientes que necesita la planta. Con este método os podéis ahorrar
abonar durante gran parte de la temporada.
Para acabar este post, una curiosidad, el abono de guano no
es otra cosa que… ¡estiércol de pingüino!
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